Siento que a través de la vida y de mis experiencias he podido ampliar mi espectro con respecto a mi relación con ese que para mí es Dios pero para otros esa divinidad puede llamarse de diferentes maneras aunque represente lo mismo. La evolución que mi relación ha tenido con Dios me ha llevado a hacerlo parte imprescindible de mi vida y ha significado para mi vivir desde la libertad, la confianza, la fe. A vivir desde la luz
Hoy en día veo cómo nuestra cultura y creencias están muy enmarcadas a condicionarnos a vivir desde lo que nos han enseñado a clasificar cómo bueno o cómo malo. Existen parámetros que desde que iniciamos nuestra vida nos llevan a seguir rutas, reglas, dogmas que sin dejarnos elegir ya son dadas para que podamos hacer parte del grupo de personas buenas y correctas.
La religión es un tema que definitivamente marca nuestra cultura y familias y que se encarga de darnos un derrotero de vida para vivirla y ser capaces de ganarnos el amor de Dios. Desde como yo lo veo esto representa una visión un poco miope de lo que verdaderamente significa la relación que se tiene con Dios.
Al contrario de cómo a mí me enseñaron a ver y relacionarme con ese Dios desde el temor y como un juez a quién debemos no sólo respeto sino el ser y comportarnos de acuerdo con unos parámetros y reglas para ganar su amor hoy representa ese alguien omnipotente que siempre está listo para darnos su amor y ayudarnos independiente de lo que hagamos o pensemos.
Es esa fuerza y esa luz que todos tenemos dentro que nos acompaña y guía si se lo permitimos en ese transitar de la vida y que lo único que busca es hacernos el camino más fácil y gozoso pero sobre todo que le permitamos hacer parte de nuestra vida desde la libertad de lo que somos.
Siento que es importante revisar qué tipo de relación tenemos con Dios o como cada quien denomine esa gran fuerza, si es una relación basada en el temor y el deber ser y hacer para poder ganar su amor o una relación basada en el amor incondicional, desde la libertad y la confianza mutua. Una relación que no se establece con alguien fuera de nosotros sino que está adentro conectada con nuestra esencia y nuestra luz, la luz que termina siendo la que alumbra nuestra humanidad unidos a ese ser superior. Yo los invito a ver de qué tipo de relación tienen con Dios, de qué lado están parados y de qué manera quieren vivir para que elijan el camino que esté más alineado con su corazón. El camino que elijan está bien siempre y cuando sea por elección.