Estoy segura que a todos nos ha pasado que un día nos despertamos y nos sentimos, tristes, nostálgicos, desanimados. Que nuestra existencia nos pesa y que vemos nuestros problemas más grandes y más difíciles de manejar. Cuando esto sucede lo primero que tratamos de hacer es buscar afuera de nosotros la causa de lo que nos está sucediendo queriendo a toda costa salir pronto de lo que nos hace sentir esas emociones.
Solemos engañarnos diciéndonos que la razón de estos sentimientos tienen que ver tal vez con el día llovioso y oscuro que amaneció haciendo, o por algún recuerdo que se nos vino a la memoria que nos genera tristeza, por el cansancio que tenemos debido a la intensidad del trabajo y damos explicación alrededor de miles de razones más. Nos escudamos buscando la explicación de nuestro estado emocional afuera sin darnos cuenta que lo que necesitamos es hacer un pare para mirarnos, sentirnos y buscar dentro de nosotros la verdadera causa de lo que nos está pasando.
Siento que a nivel general existe la creencia de pensar que lo correcto es siempre sentirse bien. Las emociones como la tristeza, la frustración, la nostalgia, la rabia, el miedo y otras muchas más las hemos clasificado como negativas y por esta razón no queremos que hagan parte de nuestra vida. Es así que cuando sentimos que quieren hacerse presentes buscamos combatirlas, ignorarlas, y negarnos sentirlas.
Siempre que vemos a alguien triste, deprimido, con miedo, llorando buscamos mitigar este sentimiento, alejarlo y sacarlo totalmente de esa emoción cuando lo importante en esos momentos es ayudar a la persona a aceptar la emoción y buscar dentro de sí mismo qué es lo que lo está llevando a sentirla. Se vale sentirla, reconocerla y aceptarla. Lo que no se vale es no hacerse responsable de ella, quedarse indefinidamente ahí y no buscar la manera de transformarla.
Los invito a que no luchen contra estos sentimientos que juzgamos como negativos. Todo lo contrario, veánlos como una oportunidad para hacer un pare, para dedicarse un tiempo de reflexión y consentimiento con ustedes mismos, para preguntarse qué aprendizaje trae. Es una manera de crecer y trascender para seguir el camino de quererse, aceptarse y buscar la mejor versión de cada uno de ustedes.
Recuerden cuando se estén sintiendo mal lo que nos ayuda es enfrentar estas emociones no negarlas ni ocultarlas.
