El lenguaje verbal puede revelar tanta o más información que las palabras. La conducta no verbal actúa sin darnos cuenta, nuestro cuerpo transmite constantemente información sobre nuestras intenciones, sentimientos y personalidad. Incluso cuando estamos quietos o en silencio, los gestos, las posturas, las expresiones faciales y la apariencia hablan por nosotros, y pueden resultar muy elocuentes.
El lenguaje corporal y la comunicación no verbal cuentan quiénes somos, cómo nos sentimos o cuáles son nuestros gustos. En la interacción, la conducta no verbal informa además de nuestro grado de comprensión y nivel de acuerdo, e incluso puede desmentir lo que estamos diciendo en ese momento.
Lamentablemente, en la vida real aprovecharán cualquier despiste para entregar valiosa información sobre nosotros, algo que inevitablemente acabará afectando la forma de relacionarnos con los demás.
Hablar es mucho más que reunir palabras de forma más o menos afortunada; escuchar es mucho más de que oír; y comunicar es mucho más que enviar y recibir información. Comunicar es compartir una información racional y emocional, poniéndola realmente en común, acordando con la otra persona su significado y valoración. Y eso no se consigue plenamente sin la intervención de la conducta no verbal.
Por muy inteligentes y racionales que nos creamos, lo cierto es que la conducta no verbal, las emociones y el inconsciente manejan a su antojo nuestra forma de comunicarnos, y van por ahí contándolo todo sobre nosotros.
Por eso debemos ser conscientes del poder y el impacto que tiene de la comunicación no verbal en nuestras relaciones y en nuestra vida además debemos ser conscientes que por más de que tratemos de controlarla siempre será para nosotros la forma más honesta de mostrar nuestras emociones.